El eterno relegado en los Beatles, un músico de renombre en solitario.
Ringo tenía dos ventajas competitivas sobre el resto de los Beatles: nadie contaba con él –seguramente ni él mismo– para ganar la carrera y, por otro lado, caía bien a todo el mundo. Beneficiado por que las tortas se las repartieran entre los demás, tampoco es que Starr llegara primero, pero sí más lejos de lo que se esperaba.
Por ejemplo: antes de que terminara 1970, el amable Ringo había editado no uno, sino dos álbumes, Sentimental Journey y Beaucoup of Blues. Como haciendo realidad la canción que cantó en el Sgt. Pepper’s, With A Little Help From My Friends, el que fuera batería de los Beatles obtuvo, desde el principio, la ayuda de sus amigos para conformar sus discos. George, John y Paul –siempre por separado– le echaron una mano, como George Martin, Maurice Gibb, Marc Bolan o Robbie Robertson. Ringo no quiso engañar a nadie y apenas compuso canciones, por lo que sus discos se basaban en versiones o en canciones cedidas por alguno de estos amigos.
Con Ringo pasó algo que no pasó con el resto de los Beatles. Así como se puede considerar que los mejores discos de Paul –con éste habría más dudas, dada la longevidad y complejidad de su carrera–, John y George son los primeros, Ringo no ofreció su mejor versión hasta el tercer álbum, de nuevo cuando ya se le había catalogado de correcto divertimento que nunca entregaría un disco sobresaliente. Se equivocaban, y así lo demostró Ringo (1973). Se había tomado un par de años para proseguir su carrera como actor, y su tercer disco en solitario sorprendió a propios y extraños. Bien que sus mejores canciones son una cesión de Lennon (I’m the Greatest) y una colaboración con Harrison (Photograph), pero estas cosas no le quedan bien a todo el mundo. El poder de Ringo era el poder de sus amigos, y cómo los centrifugaba. Los atraía, conseguía sus canciones y que tocaran para él, lo pasaban bien mientras tanto y el disco salía redondo. Al contrario que en el caso de McCartney, debe de estar bien ser Ringo Starr.
Su ausencia de ego, su complicidad con lo que cantaba –casi ninguno de sus éxitos eran obra suya, pero todos le sentaban como un guante–, y su eterno buen humor –en I’m the Greatest canta “All I wanna do is boogaloo!” – lograron que la carrera de Ringo como solista no sólo fuera más que digna, sino que es la que, con el paso de los años –aún sigue grabando discos–, ha mantenido un nivel más regular (aún teniendo en cuenta que 2 de ellos no pudieron seguir por motivos evidentes). Dejando fuera a McCartney, la carrera de Ringo, que ha grabado quince discos en cuarenta años, está, como mínimo, a la altura de John y George si es que no las supera. Sólo hace falta comparar la extensión de los recopilatorios de grandes éxitos de los tres. La ausencia de un My Sweet Lord o un Jealous Guy en su catálogo no empaña una regularidad y fiabilidad que incluso se ha acrecentado en los últimos años, cuando a Ringo le ha dado además por componer, y nada mal, en el álbum de vuelta a casa Liverpool 8 (2008). Una demostración de que aún podemos contar con él.
Y aún con sus recién cumplidos 71 sigue en forma (en enero de 2010, Ringo publicó su decimoquinto álbum de estudio, "Y Not") y el 13 de mayo de 2011, apareció en The One Show de BBC One, donde anunció que se encuentra trabajando en un nuevo álbum y presentó una canción llamada "In Liverpool".
Tenemos Ringo para rato.
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